12 Después del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego.
Después del fuego, el susurro de una brisa suave.
13 Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la
entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí,
Elías?»
14 El respondió: «Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los
israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado
a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.»
15 Yahveh le dijo: «Anda, vuelve por tu camino hacia el desierto de
Damasco. Vete y unge a Jazael como rey de Aram.
16 Ungirás a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel, y a Eliseo, hijo
de Safat, de Abel Mejolá, le ungirás como profeta en tu lugar.
17 Al que escape a la espada de Jazael le hará morir Jehú, y al
que
escape a la espada de Jehú, le hará morir Eliseo.
18 Pero me reservaré 7.000 en Israel: todas las rodillas que no se
doblaron ante Baal, y todas las bocas que no le besaron.»
19 Partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando.
Había delante de él doce yuntas y él estaba con la duodécima. Pasó Elías y
le echó su manto encima.
20 El abandonó los bueyes, corrió tras de Elías y le dijo: «Déjame ir a
besar a mi padre y a mi madre y te seguiré.» Le respondió: «Anda, vuélvete,
pues ¿qué te he hecho?»
21 Volvió atrás Eliseo, tomó el par de bueyes y los sacrificó, asó su
carne con el yugo de los bueyes y dio a sus gentes, que comieron. Después
se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio.